Divulgación y Difusión de la Paleontología y el estudio de los fósiles
   
  Centro de Estudios Paleontológicos de Chile
  Dinosaurio jorobado y con plumas
 
El esqueleto casi completo de un dinosaurio carnívoro de gran tamaño (unos 6 metros de longitud) y que vivió hace unos 125 millones de años ha sido descubierto en Cuenca, en el yacimiento de Las Hoyas, España. El fósil fue hallado hace ya unos años, pero ha sido presentado hace pocos días y de manera oficial a la comunidad científica en la Revista Nature. El ejemplar corresponde a un carnívoro, adulto, que mediría unos seis metros de largo y que probablemente vivió en un ambiente de humedal, una marisma con clima subtropical, en lo que ahora es la Serranía de Cuenca, España.


Un equipo de investigadores españoles, dirigidos por José Luis Sanz, el mayor especialista español en dinosaurios, han nombrado científicamente a este dinosaurio con el nombre de Concavenator corcovatus (Ortega et al., 2010) que significa "el cazador jorobado de Cuenca", aunque informalmente le llaman "Pepito".El animal era un depredador, no obstante, al igual que hacen los grandes depredadores actuales, de manera oportunista también se alimentaría de carroña.


Concavenator
deja ver un rasgo autapomórfico para el género en la conformación de las últimas vértebras dorsales, que en este caso presentan un gran desarrollo de los procesos neurales dando lugar a una joroba o prominencia en el dorso cuya función aún se investiga.

Otro rasgo interesante de este animal lo constituyen unos bultos o protuberancias en el hueso del antebrazo (ulna) similares a los que sirven de anclaje o puntos de inserción para las plumas remeras en las aves actuales, lo cual deja ver la posibilidad de que este animal evidenciara la presencia de plumas en esta zona del brazo, compartiendo en consecuencia un rasgo con las aves.


La ulna de Concavenator y de un pavo actual, en que se muestran las protuberancias donde van ancladas en las aves las plumas remeras.
 
En muchas aves actuales, el borde posterior de uno de los huesos del antebrazo, la ulna, evidencia pequeños bultos o protuberancias que sirven para la inserción de las plumas de mayor tamaño en las alas. Esta característica, se presenta también en algunos dinosaurios de pequeño tamaño y emparentados con las aves, como Velociraptor, dentro de Dromeosauridae (Matthew & Brown, 1922), aunque también la presencia de plumas ha sido señalada para Beipiaosaurus inexpectus (Xu, Tang & Wang, 1999) un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo tericinosauriano, que vivió a principio del período Cretácico, hace aproximadamente 130 a 125 millones de años entre el Barremiano y el Aptiano, en lo que hoy es Asia. El Beipiaosaurus es el dinosaurio con evidencia de plumas más grande conocido y al cual se sumaría ahora el hallazgo de Concavenator, con lo cual la presencia de plumas, como rasgo plesiomórfico se extiende a clados más inclusivos dentro de Theropoda (Marsh, 1881).

Efectivamente, Concavenator, cuatro veces más grande que Velociraptor, y supuestamente demasiado primitivo para evidenciar presencia de plumas, presenta también pequeños protuberancias en la ulna que parecen indicar que este dinosaurio ya poseía estructuras en la piel que constituyen un estadio ancestral de las plumas de las aves, con lo cual el reconocimiento de estas estructuras permite ampliar el número de grupos de dinosaurios en los que deberíamos considerar la presencia de estructuras antecesoras a las plumas de las aves.

Este antecedente fósil que acredita la probable presencia de plumas en Concavenator, un terópodo carcharodontosáurido de España, se suma a otros hallazgos de este tipo, como el reportado hace ya un tiempo para Velociraptor, un depredador dromeosáurido del Cretácico de Asia, el que al igual que el dinosaurio español, evidencia en la ulna protuberancias indicativas del anclaje de plumas remeras.


La ulna de un Velociraptor, y una sección de dicho hueso del brazo, mostrando las protuberancias donde se insertan las plumas remeras.

La conservación de los restos fósiles de Concavenator ha permitido además, identificar algunas impresiones de la piel del animal, como escamas en las  patas y en la cola.

Los investigadores que presentan el nuevo género de dinosaurio son Francisco Ortega (como primer autor del artículo presentado en Nature), Fernando Escaso y José Luis Sanz.

Ortega, Escaso y Sanz analizando el fósil de Concavenator corcovatus.


                                                        

                                                           Roberto Díaz Aros
                                                                    Director
                                    Centro de Estudios Paleontológicos de Chile

CHILE, Santiago, septiembre de 2010.

PD.- Se agradace la colaboración del Dr. José Luis Sanz en el envío de información y fotografías relacionadas con el hallazgo de C. corcovatus.

 
 
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